Industria automotriz argentina: por un camino sinuoso

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A simple vista, los datos son claramente alentadores: durante el año pasado la industria evidenció aumentos de 9,6% en la producción (597.086 unidades), de 8,3% en las ventas internas (con 611.770 vehículos comercializados) y 11% en las exportaciones (351.092 unidades). Se trata, en todos los casos, de performances sin precedentes en la historia.

Pero un análisis más detallado da cuenta del brusco cambio registrado durante el último trimestre del año, cuando la crisis del sistema financiero internacional descontinuó la senda del crecimiento y desbarrancó todas las estadísticas y previsiones.

En efecto, a partir de octubre la tendencia se volvió negativa, con bajas significativas en la mayor parte de los indicadores, que se acentuaron con el correr de los días. La industria comenzó a dar señales de alarma y en diciembre las cifras continuaron precipitándose, con caídas interanuales de 47,3% en la producción, 40,4% en las exportaciones y 29,1% en las ventas internas.

Inevitablemente, las terminales comenzaron a anunciar la reducción de jornadas laborales, suspensiones de personal y adelanto de vacaciones. El clima se puso tenso y en varias ocasiones el gobierno intervino en las negociaciones entre las empresas y los sindicatos para evitar despidos y lograr consensos, aunque sea temporarios.

Ahora los empresarios del sector se muestran desorientados ante un panorama dominado por la incertidumbre. "No tenemos ni idea de lo que se viene", advierten con preocupación. Sin embargo, a la hora de las definiciones, se presentan "cautelosamente optimistas".

"Este año será peor que el anterior, de eso no hay dudas. Pero también es cierto que las 600.000 unidades alcanzadas en 2008 fueron una sorpresa. Si bien implicaría una importante contracción, un mercado de alrededor de 500.000 vehículos estaría posicionado igualmente en un nivel muy alto y no estaría mal para el país en esta coyuntura. En realidad, el principal problema radica en que actualmente el funcionamiento del sector es impredecible, ya que depende de variables difíciles de controlar y anticipar. La verdadera incertidumbre es que no se sabe de cuánto puede ser la caída, en dónde está el piso", explican desde la consultora especializada abeceb.com.

Parachoques a la medida
Sin embargo, lo acontecido en los últimos meses no puede echar por tierra lo conseguido durante el resto del año. De hecho, a mediados de 2008 se firmaron dos acuerdos vitales para el desarrollo local y regional de la industria automotriz.

Por un lado, en mayo pasado los gobiernos de Argentina y Brasil decidieron retrasar durante cinco años más (hasta el 1 de julio de 2013) la puesta en marcha del libre comercio automotor, debido a la persistente asimetría productiva entre ambos países. Se trata de la tercera postergación en últimos cuatro años.

El Nuevo Régimen Automotor establece un esquema de flex de convergencia que favorece a Argentina, cuyo comercio bilateral es deficitario.

El flex es un coeficiente que indica cuánto puede importar un país por cada dólar exportado. Según lo acordado, hasta el 30 de junio de 2013, por cada dólar que Argentina exporte se le permitirá importar un máximo de 1,95 de dólar.

La nueva política automotriz también determina que para ser considerados originarios, los vehículos deben incorporar un contenido regional mínimo del Mercosur de 60% y constituye, a su vez, un "comité automotor", integrado por funcionarios de ambos países, responsable de monitorear y controlar cada tres meses el funcionamiento del acuerdo y del sector, así como de corregir eventuales desvíos.

Por su parte, en julio de 2008, Argentina sancionó el "Régimen de Promoción de Autopartes", con el objetivo de aumentar el contenido nacional de las unidades producidas en el país. La normativa establece un reintegro en efectivo para las terminales que adquieran componentes locales. La devolución es decreciente en el tiempo (8% en el primer año, 7% en el segundo y 6% en el tercero) y se aplica sobre el valor de las compras de autopartes locales, matrices y moldes, siempre que se destinen a la fabricación de plataformas nuevas de automóviles, utilitarios y camiones y a la elaboración de ejes con diferencial.

Respecto de la producción nacional de motores y cajas de transmisión, se previó un beneficio aún más extendido –de 5 años– con 10% de reintegro en el primer año, descendiendo un punto porcentual anual hasta llegar a 6% en el quinto.

Por último, ya desatada la crisis, el gobierno argentino decidió impulsar un "Plan de Incentivo a la Industria Automotriz", que ofrece financiamiento para la compra de vehículos cero kilómetros de baja gama. Se estima que el programa, actualmente en funcionamiento, podría facilitar la venta de entre 100.000 y 150.000 unidades.

Sin embargo, su presentación no estuvo exenta de controversias. El sector autopartista, representado por Afac, no fue tenido en cuenta por el gobierno en las conversaciones previas a la implementación del plan, que en cambio sí incluyó contactos con las terminales (Adefa) y las concesionarias (Acara).

Por consiguiente, la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes expresó en un comunicado sus "dudas sobre cuál será el impacto efectivo en la actividad industrial local, sobre la producción de autos y su efecto multiplicador sobre el resto de la cadena de valor automotriz, en particular sobre el empleo del sector autopartista, el cual da trabajo a 62.000 personas, lo que equivale a 66% del empleo sectorial productivo, evidenciando el valor agregado que este genera".

Según advierten, el plan contempla modelos económicos, en su mayoría fabricados en Brasil. Así mismo, los que se producen en el país probablemente deban ser despojados de una importante cantidad de componentes para cumplir los requisitos, lo cual también perjudica a la industria autopartista local.

"Argentina exporta 75% de los autos que fabrica y creer que vamos a poder compensar esas ventas con el mercado interno es una utopía. Hay que realizar negociaciones regionales para conservar los mercados que hemos ganado y trabajar con la mirada colocada en el después de la crisis. Allí se va a armar un nuevo mapa de producción de autos en el mundo y nuestro país tiene que estar preparado", afirman desde la entidad empresaria. Según sus pronósticos, la producción argentina de automóviles podría caer 30% durante el transcurso de este año, hasta las 410.000 unidades.

Mientras tanto, las terminales y las concesionarias aún no se aventuran a pronosticar el impacto que tendrá el plan oficial, pero coinciden en que si acerca potenciales compradores a los puntos de venta, su efecto ya de por sí es positivo.

Como sea, resulta evidente que para enfrentar esta crisis sin precipitarse es indispensable la coordinación de esfuerzos entre los sectores público y privado, así como también un trabajo conjunto entre los distintos eslabones de la industria. Sólo un conductor hábil y de rápidos reflejos puede evitar que la cuesta abajo se transforme en caída libre.

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